sábado, 27 de enero de 2018

Tejer tiempo y sueños: Dramaturgia femenina (1)

texto publicado en la NEL de Guayaquil (https://nelguayaquil.wordpress.com/2017/08/12/mesa-preparatoria-el-tratamiento-de-lo-femenino-y-el-arte-2/ )
                                                                                                                               Delia Pin Lavayen.
En 1950 Simone de Beauvoir hace una pregunta importante para su generación y las futuras: “¿qué es una mujer?” Pero, si revisamos un siglo atrás, en los años 1800, está pregunta ya había sido formulada en algunas obras de teatro, escritas por dramaturgas españolas, textos que nunca fueron publicados a su debido tiempo, como, por ejemplo: La mujer libre, ¡Esas mujeres!, Conspiración femenina, Lo que quiere la mujer, La mujer igual al hombre, ¡Lo que vale una mujer! Doña Juana Tenorio, República femenina, etc. Literatas que demandaban reconocimiento artístico, comprometidas con el tema de la feminidad en el ámbito social.
¿Será qué, en la época decimonónica, la mujer recién decidió ser artista? ¿relacionarse directamente con el arte y no solo ser llamada “la musa o ángel imaginario”?  Desde el teatro, las féminas escribían sobre el amor y el valor familiar. Luego, en el siglo XX, después de la segunda guerra mundial y otras guerras civiles desatadas en Latinoamérica, principalmente en argentina y Chile, la dramaturgia femenina creció y se transformó, la mujer se adueña de la política en sus textos, la desmenuza como lo hace con el amor, lo vacía con metáforas atiborradas.
Sigmund Freud en su texto Sueños Diurnos se cuestiona: “Los profanos sentimos desde siempre vivísima curiosidad de donde el poeta… extrae sus temas…” luego, él mismo se responde: “El niño toma muy en serio su juego como el poeta…” y refuerza su respuesta al decir que “la antítesis del juego no es la gravedad sino la realidad.”. El niño igual que el poeta distingue bien el jugar con el fantasear; aclara también Freud, que se fantasea en tiempos determinados en la vida de cada ser humano, la fantasía y la creación tiene una relación directa con el tiempo y el deseo.
La literatura femenina en los años 1900 se vuelve punzantes para los líderes políticos; como es el caso específico de la escritora argentina Griselda Gambaro: “Su novela Ganarse la muerte fue prohibida por un decreto del general Videla cuyo gobierno de facto la halló “contraria a la institución familiar y al orden social”. Decidió exiliarse a España, desde ahí, emprende su larga trayectoria de dramaturga, sus escritos no devienen del teatro, sino de la literatura; la mayoría de sus obras están en contra del autoritarismo político que padeció Argentina en ese entonces.
En las obras de teatro de Griselda Gambaro, el débil sabe fracasar porque ubica bien su deseo sin engaño, y hace resbalar al autoritario en su perverso goce.  El débil tiene derecho de avanzar, de bordear el vacío hasta caer y dejar al espectador en el limbo de la insatisfacción. O como afirma la misma autora: “el débil tiene derecho al fracaso”.
Cuando a Griselda Gambaro le preguntan sobre el proceso de sus creaciones literarias, responde entre sonrisas: “Trabajo mucho con lo que no sé, no trabajo tanto con lo que sé, no es necesario saber tanto para que mi creatividad no se bloqueé”. Freud resalta: “El poeta… crea un mundo fantástico y lo toma muy en serio… se siente íntimamente ligado a él, aunque sin dejar de diferenciarlos resueltamente de la realidad…”
Gambaro no habla de maldad y bondad en sus textos, es como si se burlara de estas palabras, solo cree en los estatus sociales: Arriba y abajo: autoridad y servilismo.
En la obra Decir Sí, los personajes: El Peluquero y el Hombre representan respectivamente al silencioso poder y al verborraico servil. El peluquero violenta al Hombre dándole órdenes y tratándolo con severa indiferencia y el personaje Hombre no se niega nunca a lo que le piden, intenta, pero no puede, no deja de Decir Sí a todo lo que le demanda su adversario, su lenguaje es ruidoso, molesta tanta humildad, tanta indecisión, tanta palabrería latosa, que cortarle la garganta es un alivio para el peluquero asesino.
Jaques-Alain Miller en su texto Nada es Más Humano Que El Crimen dice: “En el sueño ocurre que uno es un asesino, mata, viola, hace cosas que en el mundo de la realidad merecerían castigos severos previstos por la ley.” La dramaturgia también es un sueño diurno, un ensueño que motiva y transgrede.   Matar en la literatura no es inmoral, es sanador.
Cuando le preguntan a Gambaro sobre el trato de la crueldad en sus obras, inmediatamente responde sobre la dictadura de Argentina, sobre el poder que el teatro ejerce en la política y brevemente menciona algo del autoritarismo de su padre y lo que para ella ha significado ser débil y decir sí a todo.
Miller afirma: “Todos los sueños… son fundamentalmente sueños de trasgresión. Uno sueña siempre… en contra del derecho. El núcleo del sueño es una trasgresión de la Ley. Los contenidos son de egoísmo, de sadismo, de crueldad, de perversión, de incesto. Se sueña contra la Ley.” Se fantasea en el teatro con la singularidad, en contra de la ley de la mayoría, en contra de una misma, en contra del olvido o, a veces para recordar el origen del olvido.
Joaquín Navarro Benítez comenta sobre Gambaro “Al igual que sus protagonistas, ella también lucha y se rebela, lo demuestra al escribir teatro o novela, el género es lo de menos, lo importante es que toma conciencia de su responsabilidad como autora, de su compromiso ético con la sociedad y como ella misma dice: A través de la estética del teatro he podido decir no a los indultos, no a obediencias debidas, no a la corrupción, no al olvido de la memoria colectiva”. Gambaro ya no Dice Sí a todo.
Gambaro especula con el vacío, estigmatiza a sus personajes con el vacío, ellos siempre llegan al extremo: La muerte de los protagonistas es tranquilizadora para los adversarios; después de matar, parece que, ellos dieran un gran suspiro de alivio. La autoridad no se arrepiente, acecha; es más, los débiles no son asesinados por su generosidad sino por su angustiosa humildad.
En La Señora Macbeth, otras de sus últimas obras, Gambaro trastoca al personaje femenino de William Shakespeare, cuestiona el tiempo, la espera, la soledad que le proporcionan los intereses elevados que tiene su esposo Macbeth; las tres brujas en esta obra, se vuelven doncellas. Cito:
La bruja 1:  El tiempo es un continuo, siempre estamos en el instante, aquí y más atrás y más adelante. En el tiempo.
La Señora Macbeth usa el tiempo determinantemente, es como dice la misma Griselda Gambaro: “Hay que ser avara con el tiempo como con la economía”.
La señora Macbeth borda, según dicen las brujas: La señora Macbeth borda para despejar la mente, pero ella ignora porqué lo hace. La señora Macbeth es Penélope, borda mientras espera que su esposo llegue y se apodere del reino, del tiempo, y del mismo instante en el que ella vive para él; borda mientras calme su delirio y a esa voz desconocida que aflora de su interior, que es como un animal encerrado en un sótano, que rasga las paredes de su cuerpo intentado salir porque se asfixia.
Suely Rolnik en su escrito ¿Una nueva suavidad? dice: “Las Penélope están eternamente condenadas a la voluntad de permanecer”. Tejemos tiempo, tejemos momentos, tejemos ritmos, tejemos remedos, tejemos pensa-mientos. El tejido de la creación es una buena compañía para la artista contemporánea, es como si, ellas mismas fueran ese interminable hilo de metáforas y fábulas. Tejer como una Penélope es una opción; tejer rabias como una Medea, es otra forma de circundar y no hundirse en la realidad impuesta, aunque Medea no tejía, ¿o sí?… sí, Medea tejía, tejía sus dudas directamente con los dioses, Medea era una desterritorializada, condenable tejedora del rencor, su goce, era místico ¿O por qué no, tejer como Ángela Merkel (la primera ministra de Alemania)? desde esa posición fálica; desde ese semblante masculino, que también es una actitud muy femenina y real. Las mujeres siempre están más cerca de lo real, ese real que en el arte martilla una y otra vez la testa de las creadoras de este tiempo:
-No dejar de tejer, como lo hace Griselda Gambaro, sus obras de violencia, crueldad y exquisita poética.
-No dejar de tejer, aunque no se reconozca que se teje como sinónimo de angustia, como sinónimo de tiempo-espera.
-No dejar de tejer hasta que se apague el fuego divino que el gentil Prometeo nos donó.
-No dejar de tejer hasta que los gobiernos cambien.
-No dejar de tejer hasta caer en el vacío.
-No dejar de tejer por el puro gusto de tejer, porque de tanto que se teje queda la costumbre.
-No dejar de tejer, y que los hilos del arrebato se enreden, para desenredarlos y volver a crear territorios más nefastos o más lúdicos para las futuras tejedoras artistas.
Y para concluir, me atrevo a responderle a Simone de Beauvoir:
– ¿Qué es una mujer? Una mujer es una tejedora constante de recuerdos y anhelos
-¿Y, qué es una mujer artista? una creadora de hilos, tejedora de tiempos, escarnios y olvidos.

Bibliografía: Sueños diurnos de Freud. “Nada es Más Humano Que El Crimen” de Jacques Alain Miller. ¿Una nueva suavidad? De Suely Rolnik. Decir Sí, Señora Macbeth, Malasangre: Obras de teatro de Griselda Gambaro, Entrevistas varias en youtube realizadas a Griselda Gambaro.

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