sábado, 21 de agosto de 2021

Los artistas, las vacunas y la normalidad anhelada.


 Los artistas, seres con una clarividencia otorgada por su saber y práctica, tienen una sutileza con los sentidos y eso los vuelve más perceptibles, se comunican mejor con lo simbólico, con las emociones colectivas y por supuesto tiene un estrecho acercamiento con lo que no se dice, con lo que no existe aún: el artista lo crea, lo construye, lo libera de esas cadenas del silencio, de las rejas del sistema controlador y opresor. 

TODO ESTO EXPUESTO era antes de la pandemia:  el artista, el aguerrido constructor de fantasías, de objetividades, de consciencia e inconsciencias expuestas a través de verbalidades, imágenes simbólicas, cuerpos atravesados de 'verdades' y (sin) sentidos; siempre con pasos adelantados al psicoanálisis (casi como comparándolos, 'dicen'); pero ese artista en la pandemia como cualquier ser humano se vio afectado por el aislamiento, la soledad, el hastío, la colera y entre otros desesperos muy humanos nada aguerridos como antes; el artista se marchitó de miedos de no saber qué ser y hacer en esa desolación vivida como nunca antes; le hicieron creer como a todos en una salida 'positiva', 'certera' en un regreso a la 'normalidad', volver a exponerse en sus ideas -con todos los contras muy reconocidos por historia y tradición-, en escenarios, cuadros, calles,  espacios glamurosos o semi vacíos; con  saludos corteses y merecidos por ser artista: Ser es mejor que no ser,  esa es  la cuestión entre tanta espera  enferma y 'pandémica'. 

El artista se vacuna como lo hace el panadero, la cocinera, el sastre, la mesera, el cajero, la secretaria, el profesor, la licenciada, el ingeniero, la directora, el vendedor informal, la dueña del restaurante y como también lo hacen los estudiantes menores de edad llevados por sus padres. 

El artista también cree en la normalidad, no cree en conspiraciones del orden mundial,  ya que él, ella o elles pueden crearlas en las tablas, en una almohada, una pared, un pedazo de tela o en una danza o película 3D tipo David Lynch o en una oda más a Nerón mientras toca la lira. 

El artista no creerá jamás en caos conspiranóicos que lo saquen de la burbuja de su verdad en "contra del sistema" o en sus objetividades con la sociedad o en las profundidades analíticas de la individualidad atrofiada entre tantos "yoes" clasistas, políticos, discriminatorios, anti narcististas y anti religión y entre otros antis etceteras más post contemporáneos. 

El artista se vacunó y anhela volver a la palestra de la crítica y con el público rodeándolo de aplausos o por lo menos de comentarios en los medios y redes sociales. O también ganarse por fin ese lugar digno de dedicación absoluta al nombre y prestigio propio porque su arte de años así lo requiere. 

El artista se vacunó y no preguntó, no analizó, no hizo un estudio, ni una tesis o tesina previa antes de decidir. El artista se vacunó por miedo, porque su empresa o institución pública o privada donde ejerce su vocación lo exige por el bien de la comunidad, es que el artista, es un ser responsable, tiene cuentas que pagar, debe seguir con su vida y sus sueños todavía no cumplidos.

El artista se vacunó porque la familia así lo piensa y lo quieren bien. Porque la vacuna es un 'bien'que no necesitó, ni necesita cuestionarse. 

El artista se vacunó, ya no es anti sistema, ya no es verdad, ya no es esa simbología entre la realidad y la imaginería. El artista se vacunó, el artista murió. 

Delia Pin Lavayen.


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