sábado, 27 de enero de 2018

Prometeo deportado (ligera crítica cinéfila) - octubre 16, 2010

Un aeropuerto internacional, una fila de ecuatorianos muy preocupados. El primero en presentarse es el director de la película: Fernando Mieles tiene rostro desencajado igual que sus personajes-compatriotas, (se reporta y nunca más aparece en la película).
Maletas, cuerpos, rostros y voces que chillan, gritan a la entrada de la gran sala del aeropuerto; voces que re-claman en contra de la deportación, los ecuatorianos aceptan el “encierro” impuesto, con resignación y amargura. ¿“Los culpables”? dos ingenuos que decidieron hacerle una broma a las autoridades extranjeras del aeropuerto. Desde ese momento empieza la odisea representada una y otra vez en la realidad ecuatoriana, sucesos absurdos, dolosos, repetitivos que unen a la masa, ¿el pretexto?: miedo a ser deportados. Inmediatamente se adueñan de ese territorio, interiorizan el espacio como su hogar. Allí son prisioneros y a la vez libres de expresarse cuanto quieran, sin ir más lejos al hablar.
La sala de cine se sumerge entre risas y proclamaciones al reconocer por sus acciones al guayaco, al ecuatoriano complicado, despreocupado, conformista. La identificación recurso suculento para divertir (¿?) al espectador.
Prometeo deportado no sorprende nuestras miradas y oídos, cuenta algo que ya sabemos y no interesa: ESPERAR ¿que hacer mientras se espera? Unos re-niegan, otros se ajustan, algunos desconfiadamente ceden. Algunitos prefieren de lejos ver y callar, (no por mucho tiempo, entre rezos se vinculan) .
Solo Prometeo y el escritor conocen lo que significa esperar: CREAR. Sí…, crean entre magias y escrituras, se comparten inventándole a los demás. Pero hay uno más que también crea pero para beneficio propio, el negociante.
Y esa tortuga se pasea entre las tantas palabras, restregando al espectador ecuatoriano, el lento caminar a cuesta que llevamos como país e individuos.
Después de la trifulca, ya anunciada; lo descuadrante, lo asimétrico de la película es el deportista, el nadador fustrado que después del “duchazo” internacional, ¿cree haber ganado la competencia?, se convierte en jefe de Estado-aeropuerto, espacio terriorizado de ecuatorianos enlatados, ¿en que se parece un político y un deportista?
El escritor, voz en off: “se pone su mejor traje para recibir a la muerte” ya no quiere esperar. El mago Prometeo en cambio conoce su eternidad en los que no creen en la ilusión, Se refugia y se sostiene en la aspirante a modelo, la relegada coprotagonista que no dice mucho , ni hace nada tampoco, solo se descubre como una más de los personajes divergentes de la historia. Las esposas de Prometeo desaparecen al descubrirse como un personaje irreal ante su amada confundida, se vuelve héroe del amor y la ilusión. Un “verdadero mago” que guía a todos a la caja mágica que los regresará a esta patria tan insultada y tachada: ECUADOR, país que no existe pero duele y mucho.
Este prometeo no inventó el fuego, ni  amasó a su semejanza. Se refugió entre los pesares de los otros, sirviendo ilusión, risas y dudas, para no ser deportado, así no le devorará el hígado el fantasma de la muerte.
Prometeo deportado, película guayaquileña que traerá cola para nuevas propuestas cinematográficas en esta ciudad .

Delia Pin Lavayen.

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